jueves, 18 de marzo de 2010

FUNDAMENTOS TEOLÓGICOS DE LA DEVOCIÓN A SAN JOSÉ


Nuestra devoción al glorioso Patrono de la Iglesia Universal, tiene su fundamento teológico en la idea que la fe nos da de la misión confiada por Dios a San José, en la economía providencial del misterio de la encarnación. Sentemos como base cuál fué la misión especial que San José recibió de Dios en relación con la Santísima Virgen, en relación con el niño Jesús y con el misterio mismo de la Encarnación. De este estudio fundamental derivaremos sobreabundancia de gracias que necesariamente hubo de conceder Dios al que,despues de María, había de estar más unido que nadie a Jesús en el cumplimiento del plan divino sobre el mundo, y la preeminencia de San José sobre cualquier otro santo,hallando además en la misión execepcional con respecto a Jesús y en la preeminencia que en consecuencia de su dignidad y de su fidelidad le cupo en suerte, la explicación del patrocinio universal sobre la Iglesia.

TRIPLE OBJETO DE LA MISIÓN DE SAN JOSÉ

los Santos Padres nos dan la explicación y las razones por qué Cristo quiso entrar humilde en el mundo y nacer niño.Esto supuesto, el misterio de San José se nos presenta como necesario en el misterio de la Encarnación, en cuanto se requería para que Cristo pudiese nacer y llevar al principio una vida oculta, según el plan de la providencia, sin que la honestidad y la decencia sufriesen menoscabo.HE aquí,pues,el triple aspecto de la misión providencial de San José:mediante su matrimonio con Mariá,cubre la virginidad fecunda de la Madre de Dios, la niñez de Dios Salvador y el secreto del misterio de la Encarnación.



1 MISIÓN DE SAN JOSÉ CON RESPECTO A LA VIRGINIDAD DE MARÍA

El sagrado texto evangélico insinua manifiestamente, como verdad que no es posible negar ni poner en duda, que entre María y José hubo verdadero matrimonio,ya que como explican los teólogos, el uso del matrimonio no pertenece a la integridad ni entra directamente en el objeto del contrato.
Precisamente, el caracter celestial del matrimonio entre San José y la Santisima Virgen consiste en haber tenido por objeto la entrega mutua de sus cuerpos para guardar la virginidad. Santo Tomás ha señalado la conveniencia de este matrimonio: Lo exigía la maternidad de María, porque era necesario que ninguna duda viniese a desdorar en lo más minimo la honra del Hijo y de la Madre; era necesario que si en algún caso seponía en tela de juicio esta honra, se encontrase presente el testigo más autorizado.y menos sospechoso, para afirmar su integridad, y se necesitaba finalmente que Jesús y María tuviesen una ayuda en la vida.


MISIÓN DE SAN JOSÉ RESPECTO DE LA INFANCIA DE JESUCRISTO.
El segundo sagrado depósito, confiado a la fidelidad de San José fué la infancia de Jesús. El fruto, el bien de la unión conyugal no es tanto el hijo en cuanto nacido del matrimonio, como en cuanto es educado intelectual y moralmente por los padres, de suerte que la educación del hijo es el fin especialísimo del matrimonio, in el cual el niño puede nacer pero no puede alcanzar la perfección moral e intelectual, a la cual le destina su naturaleza de hombre. Y únicamente el hijo que nace del matrimonio válido, puede considerarse como el fin y el bien del matrimonio de sus padres. Presisamente, en el matrimonio de San José y de la Santísima Virgen, por especial disposión de la Providencia, el niño Jesús era el fruto de la unión virginal de los dos castos esposos, no solo porque fué el fruto de la unión virginal de los dos castos esposos, no solo porque fué el fruto de la virginidad de María, que era el depósito y el bien de San José, sino tambien , porque la unión de María y de José se ordenaba, en los planes divinos, a la educación del Hombre Dios. Santo Tomás explica el modo como, por una especial disposición de la Providencia, el bien del matrimonio entre José y María fué verdaderamente el niño Jesús " Proles no dicitur bonun matrimonii solum in quantum per matrimonium generatur, sed in quantumin matrimonio suscipur et educatur; et sic bonum illius matrimonii fuit proles illa, et non primo modo. Nectamen de adulterio natus, nec filius adoptivus qui in matrimonio educatur, est bonum matimonii, qui matrimonium non ordinatur ad educationen illorum, sicut hoc matrimonium fuit ad hoc ordinatum specialiter quod proles illa susciperetur in eo ey educaretur".
La paternidad de San José, verdadera, real, es con todo excepcional y no entra en ninguna clacificación posible, de suerte que carecemos de nombre propio con que designarla, siendo insuficiente llamar al Santo Patriarca putativo, adoptivo, padre nutritivo de Jesús.


DEVOCIÓN EN HONOR DE LOS DOLORES Y GOZOS DE SAN JOSÉ

INTRODUCCIÓN:

Toda la vida de S. José fue un acto continuo de fe y obediencia en las circunstancias más difíciles y oscuras en que le puso Dios. Él es al pie de la letra "el administrador fiel y solícito a quien el Señor ha puesto al frente de su familia" (Lc 12, 42). Desde tiempo inmemorial, la Iglesia lo ha venido venerando e invocando como continuador en ella de la misión que un día tuviera para con su Fundador y Madre. En los momentos de noche oscura, el ejemplo de José es un estímulo inquebrantable para la aceptación sin reservas de la voluntad de Dios. Para propiciar ese veneración e imitación y para solicitar su ayuda, ponemos a continuación el siempre actual Ejercicio de los siete Dolores y Gozos.

Por la señal de la Santa Cruz, de nuestros enemigos, líbranos Señor Dios nuestro. En el Nombre del Padre y del Hijo y del Espíritu Santo. Amén. - Acto de contrición.

Ofrecimiento

Glorioso Patriarca San José, eficaz consuelo de los afligidos y seguro refugio de los moribundos; dignaos aceptar el obsequio de este Ejercicio que voy a rezar en memoria de vuestros siete dolores y gozos. Y así como en vuestra feliz muerte, Jesucristo y su madre María os asistieron y consolaron tan amorosamente, así también Vos, asistidme en aquel trance, para que, no faltando yo a la fe, a la esperanza y a la caridad, me haga digno, por los méritos de la sangre de Nuestro Señor Jesucristo y vuestro patrocinio, de la consecución de la vida eterna, y por tanto de vuestra compañía en el Cielo. Amén.

Primer dolor y gozo

Esposo de María, glorioso San José, ¡qué aflicción y angustia la de vuestro corazón en la perplejidad en que estabais sin saber si debíais abandonar o no a vuestra esposa! ¡Pero cuál no fue también vuestra alegría cuando el ángel os reveló el gran misterio de la Encarnación!

Por este dolor y este gozo os pedimos consoléis nuestro corazón ahora y en nuestros últimos dolores, con la alegría de una vida justa y de una santa muerte, semejante a la vuestra asistidos de Jesús y de María.

Padrenuestro, Avemaría y Gloria.

Segundo dolor y gozo

Bienaventurado patriarca glorioso S. José, escogido para ser padre adoptivo del Hijo de Dios hecho hombre, el dolor que sentisteis viendo nacer al Niño Jesús en tan gran pobreza, se cambió de pronto en alegría celestial al oír el armonioso concierto de los ángeles y al contemplar las maravillas de aquella noche tan resplandeciente.

Por este dolor y gozo alcanzadnos que después del camino de esta vida vayamos a escuchar las alabanzas de los ángeles y a gozar de la gloria celestial.

Padrenuestro, Avemaría y Gloria.

Tercer dolor y gozo

Ejecutor obediente de las leyes divinas, glorioso San José, la sangre preciosísima que el Redentor Niño derramó en su circuncisión os traspasó el corazón, pero el nombre de Jesús que entonces se le impuso, os confortó llenándoos de alegría,

Por este dolor y por este gozo alcanzadnos el vivir alejados de todo pecado, a fin de expirar gozosos con el nombre de Jesús en el corazón y en los labios,

Padrenuestro, Avemaría y Gloria,

Cuarto dolor y gozo

Santo fiel, que tuvisteis parte en los misterios de nuestra redención, glorioso San José, aunque la profecía de Simeón acerca de los sufrimientos que debían pasar Jesús y María, os causó dolor, sin embargo os llenó también de alegría, anunciándoos al mismo tiempo la salvación y resurrección gloriosa que de ahí se seguiría para un gran número de almas.

Por este dolor y por este gozo, conseguidnos ser del número de los que por los méritos de Jesús y por la intercesión de la Virgen María han de resucitar gloriosamente.

Padrenuestro, Avemaría y Gloria,

Quinto dolor y gozo

Custodio vigilante del Hijo de Dios hecho hombre, glorioso San José, ¡cuánto sufristeis teniendo que alimentar y servir al Hijo de Dios, particularmente a vuestra huida a Egipto!, ¡pero cuán grande fue vuestra alegría teniendo siempre con vos al mismo Dos y viendo derribados los ídolos de Egipto.

Por este dolor y por este gozo, alcanzadnos alejar para siempre de nosotros al demonio, sobre todo huyendo de las ocasiones peligrosas, y derribar de nuestro corazón todo ídolo de afecto terreno, para que ocupados en servir a Jesús y María, vivamos tan sólo para ellos y muramos gozosos en su amor.

Padrenuestro, Avemaría y Gloria,

Sexto dolor y gozo

Ángel de la tierra, glorioso San José, que pudisteis admirar al Rey de los cielos, sometido a vuestros más mínimos mandatos, aunque la alegría al traerle de Egipto se turbó por temor a Arquelao, sin embargo, tranquilizado luego por el Ángel vivisteis dichoso en Nazaret con Jesús y María.

Por este dolor y gozo, alcanzadnos la gracia de desterrar de nuestro corazón todo temor nocivo, de poseer la paz de la conciencia, de vivir seguros con Jesús y María y de morir también asistidos de ellos.

Padrenuestro, Avemaría y Gloria,

Séptimo dolor y gozo

Modelo de toda santidad, glorioso San José, que habiendo perdido sin culpa vuestra al Niño Jesús, le buscasteis durante tres días con profundo dolor, hasta que lleno de gozo, le encontrasteis en el templo, en medio de los doctores.

Por este dolor y este gozo, os suplicamos con palabras salidas del corazón, intercedáis en nuestro favor para que no nos suceda jamás perder a Jesús por algún pecado grave. Mas si por desgracia le perdemos, haced que le busquemos con tal dolor que no nos deje reposar hasta encontrarle favorable, sobre todo en nuestra muerte, a fin de ir a gozarle en el cielo y a cantar eternamente con Vos sus divinas misericordias.

Padrenuestro, Avemaría y Gloria.

Antífona

Jesús mismo era tenido por hijo de José, cuando empezaba a tener como unos treinta años. Rogad por nosotros, San José, para que seamos dignos de las promesas de Cristo.

Oración Final

Oh Dios, que con inefable providencia, os dignasteis elegir al bienaventurado José por esposo de vuestra Santísima Madre, os rogamos nos concedáis tener como intercesor en los cielos al que en la tierra veneramos como protector. Vos que vivís y reináis por los siglos de los siglos. Amén.

CONSAGRACIÓN A SAN JOSÉ

Por amor de Dios Padre, Tú, San José, has sido llamado padre de Jesús y, unido a la maternidad espiritual de María, ahora también padre nuestro. A ti consagramos nuestra vida y la misión que Dios nos ha encomendado. Te pedimos que intercedas por nosotros ante el Señor, que intercedas por la Santa Iglesia para su salvación, que intercedas en nuestra oración y la lleves a Dios.

Tú, esposo de María, casto, justo, prudente y humilde, haz que estas virtudes, en ti gloriosas, afloren en nuestro espíritu y, para gloria de Dios, en el mundo.

Haznos dulces y dóciles, tiernos y mansos con nuestro prójimo, especialmente con nuestros padres, hijos, familia y hermanos, no desde nuestra pequeñez sino desde Dios, dejando que Él sea en nosotros y nosotros en Él, que todopoderoso es. Amado San José enséñanos a desaparecer, como Tú que estás presente pero en Ti es sólo el Espíritu Divino el que permanece y Tú desapareces en el silencio del amor.

Ruega para que en la presencia del Espíritu Santo, reconozcamos que sin Dios nada somos y nada podemos; ruega para que Dios obre en nuestro corazón como en el tuyo; ruega para que desaparezca nuestra pequeñez y aparezca tu grandeza, al reconocer nuestra debilidad en presencia de Su Amor. Por Jesucristo Nuestro Señor, Amén.

Gloria al Padre, y al Hijo y al Espíritu Santo; como era en el principio ahora y siempre por los siglos de los siglos Amén
ROSARIO A SAN JOSÉ

+ Por la señal de la Santa Cruz, de nuestros enemigos líbranos Señor Dios nuestro.
+ En el nombre del Padre, y del Hijo, y del Espíritu Santo. Amén.

Oración: Oh San José, que con amor trabajaste la madera para en esta vida, vida pasajera, a tu familia el pan de cada día proveer; Oh San José, ahora en el cielo con Cristo, que extendido en el madero en el que vida eterna al hombre dio, enséñanos a reconocer en el quehacer de cada día el camino hacia Dios.

1-Por el tiempo que a María esperaste, danos la virtud para en silencio pacientemente esperar, esto es danos la paz.

Padrenuestro, cinco Avemarías, un Gloria y la jaculatoria:

Amado San José haz crecer en mí la fe, que en ella buscaré, la esperanza y caridad.

2-Por aceptar en castidad para María desposar, danos la virtud para vivir en pureza y castidad.

3-Por aceptar la paternidad de Jesús, danos la virtud para sólo hacer la voluntad de Dios.

4-Por el día que todo dejaste para tu Hijo salvar, danos la virtud para cumplir lo que Dios pida y vivir, como Tú, en santa obediencia.

5-Por el día que tu Hijo encontraste hablando con sabiduría y callaste, danos la virtud de callar y aprender a escuchar al que en nombre de Dios habla.

Oración: Tú, San José, patrono de las familias, protector de la Iglesia, defensor de la niñez y fiel guardián de las madres, ayúdanos para recibir la gracia y alcanzar así las virtudes gloriosas de tu corazón en la castidad, en la prudencia, en la justicia y en la humildad. Amén.



San José, el más grande de los santos

San José es el mayor de los santos después de María. Esta doctrina está hoy generalmente aceptada. León XIII, en la Encíclica Quamquam plures, escrita para declarar a San José patrono de la Iglesia universal, dice: "Como San José estuvo unido a la Santísima Virgen por el vínculo conyugal, no cabe la menor duda que se aproxima más que persona alguna a la dignidad sobreeminente por la que la Madre de Dios sobrepasa de tal manera a las naturalezas creadas ... ; si, pues, Dios le dio por esposo a José, ciertamente no sólo se lo dio como ayuda en la vida, sino que también le hizo participar, por el vínculo matrimonial, en la eminente dignidad que Esta había recibido".

Juan XXIII, en el año 1962, enseña: «San José, ilustre descendiente de David, luz de los Patriarcas, esposo de la Madre de Dios, guardián de su virginidad, padre nutricio del Hijo de Dios, vigilante defensor de Cristo, Jefe de la Sagrada Familia; fue justísimo, castísimo, prudentísimo, fortísimo, muy obediente, fidelísimo, espejo de paciencia, amante de la pobreza, modelo de obreros, honor de la vida doméstica, guardián de las vírgenes, sostén de las familias, consolación de los desgraciados, esperanza de los enfermos, patrono de los moribundos, terror de los demonios, protector de la Iglesia Santa. Nadie es tan grande después de la Virgen María".

La razón de esta preminencia está en la plenitud de gracia recibida por San José, proporcionada a su misión de padre nutricio de Jesús, puesto que fue directa e inmediatamente elegido por el mismo Dios para esta misión única en el mundo. La misión de San José, en efecto, supera el orden mismo de la gracia y linda con el orden hipostático constituido por el misterio mismo de la Encarnación.

"La Iglesia entera reconoce en San José a su protector y patrono. A lo largo de los siglos se ha hablado de él, subrayando diversos aspectos de su vida, continuamente fiel a la misión que Dios le había confiado. Por eso, desde hace muchos años, me gusta invocarle con el título entrañable: Nuestro Padre y Señor». Las virtudes de San José señaladas por Juan XXIII son un espléndido modelo propuesto para nuestra imitación. "Nuestro Padre y Señor San José es Maestro de la vida interior.-Ponte bajo su patrocinio y sentirás la eficacia de su poder".

Nueve oraciones breves

1. Para pedir la virtud de la humildad

Señor, Padre bueno, tú que a los que eliges das un corazón humilde para hacer tu voluntad, te pedimos que San José, nuestro amigo, nos ayude a abrir nuestro corazón para que nos inunde tu amor que elimina toda soberbia y prepotencia, para poder así cumplir mejor tu voluntad.
Te lo pedimos por Jesucristo, nuestro Señor. Amén

2. Por los novios y los que están por casarse

Oh Dios, que por tu gran amor hacia nosotros nos has dado a tu Hijo Jesucristo, para que muriendo y resucitando nos diera vida nueva, te pedimos, por medio de San José, que cuides y protejas a todos los que están de novios y a los que están por casarse. A nosotros, danos un corazón enamorado que busque entregarse a tí cada día con más intensidad. Tú, que vives y reinas por los siglos de los siglos. Amén.

3. Por las familias

Oh Dios, que quisistes revelarnos en San José de qué manera debemos estar unidos a Jesús, tu Hijo y a María, nuestra Madre, te pedimos, por intercesión de esta Sagrada Familia, que elimines de nosotros toda semilla de duda y de falta de confianza; que en el seno de nuestras familias aumente la búsqueda de unidad; que acerques a los que están alejados, que reúnas a los que han partido de esta vida a tu casa celestial donde, un día, deseamos encontrarnos todos como familia alrededor de la mesa de tu Reino. Tú que vives y reinas, por los siglos de los siglos. Amén.

4. Para decir "sí" a Dios

Padre bueno, que en la Palabra de tu evangelio nos mostrastes cómo elegistes a San José para ser el padre adoptivo de tu Hijo y el esposo de María, te pedimos un corazón de esposos que pueda, sostenido por tu amor y tu palabra, decirte "sí" cada día: en el trabajo, en nuestro estudio, en nuestro hogar y así podamos caminar seguros a tu encuentro, con tu Hijo Jesús, con San José, con María y todos los santos. Por Jesucristo, nuestro Señor. Amén.

5. Para obtener la virtud de la esperanza

Señor, Padre bueno, escucha la oración que te dirigimos, a través de nuestro amigo San José, que supo caminar con un corazón lleno de esperanza, para que su ejemplo nos anime también a nosotros a ser peregrinos de Dios, con la misma esperanza que lo animó a él. Así, ante cualquier duda o temor, recurriremos a tu amor que no abandona nunca al débil ni al que te invoca de todo corazón. Te lo pedimos por Jesucristo, nuestro Señor. Amén.

6. Por los padres

Dios, Padre de todos los hombres, que en tu bondad elegistes a San José como padre adoptivo de tu Hijo, aquí en la tierra, por su intercesión escucha los ruegos que te elevan nuestros corazones que recibieron el regalo de ser padres. Que te seamos siempre gratos. Escucha especialmente a los que tienen dificultades para ser padres dignos, para que se conviertan; los que no logran generar la vida, que no se desalienten; a los padres separados, para que se reconcilien. No olvides a aquellos padres (a mi/s padre/s) que ya viven en tu Reino, para que un día todos juntos, guiados por tu Espíritu de Amor, podamos cantar las alabanzas de los Hijos de Dios en tu casa del Cielo.
Por Jesucristo, nuestro Señor. Amén.

7. Por los trabajadores

Señor, Creador de todas las cosas, que confiastes al hombre tu creación para que la trabajara y la hiciera fructificar, te pedimos por medio de San José, que gustó el valor del trabajo humano, por todos los trabajadores del mundo para que valoricen y amen su trabajo. Te pedimos también por los desocupados, para que no les falte tu aliento; por los jubilados que dieron gran parte de sus vidas trabajando, para que reciban la justa recompensa; por todos nosotros, para que llenos de tu amor, continuemos trabajando en la construcción de tu Reino. Te lo pedimos por Cristo, nuestro Señor. Amén.

8. Para obtener un corazón de pobre

Señor Jesús,que movido por tu gran amor, no quisistes dejarnos solos, sino que te hicistes uno de nosotros y que por medio de tu Espíritu de Amor, caminas con nosotros y nos hablas al corazón, te pedimos que, como San José, nos vayas formando un corazón de pobre, que sepa escucharte en el silencio, estar firme en el sufrimiento, alabarte en las alegrías y amarte en la soledad, para que así, presentándonos ante ti con las manos vacías, las vayas llenando de tus bienes hasta alcanzar el bien supremo: La Vida Eterna.
TÚ que vives y reinas, con Dios Padre, por los siglos de los siglos de los siglos. Amén.

9. Para obtener confianza y alegría espiritual

Padre Bueno, que ante la caída del hombre, enviaste a tu Hijo para salvarlo de la muerte y del pecado que lo encadenaba, te pedimos por medio de San José, que imitándolo vivamos apartados de todo egoísmo y, llenos de confianza y alegría, podamos celebrar juntos el regalo de la fe que nos anima, y caminar así hacia la Fiesta Eterna.
Te lo pedimos por Cristo, nuestro Señor. Amén.

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