martes, 16 de marzo de 2010

monja abortera



La ley del Disenso Universal y la Hermana Quinn
A las 11:08 PM, por Bruno
Categorías : Iglesia en el mundo, Moral, Humor, Familia

Como corresponde al blog de un físico, hoy vamos a enunciar una ley cuasi-matemática. Yo la llamo la Hipótesis del Disenso Universal. Su enunciado puede ser algo así como: “El disenso teológico es un estado inestable y tiende espontáneamente a crecer exponencialmente hasta llegar a la ruptura total o a disminuir también exponencialmente hasta su desaparición”. Es sólo una hipótesis porque aún no se han hecho suficientes experimentos como para demostrarla con rigor científico, pero las observaciones realizadas hasta el momento la apoyan al cien por cien.

En palabras llanas, esta ley significa que, por la propia naturaleza de la fe, uno no puede negar partes integrantes de la misma y permanecer simplemente en esa negación sin cambios. Como la fe es un todo interrelacionado, la negación de algunas partes de la misma poco a poco irá extendiéndose a otras doctrinas y aspectos de la fe, de éstas se ampliará a otras y así sucesivamente, cada vez más rápido, hasta que se termina por carecer totalmente de fe católica, aunque pueda mantenerse una forma de hablar y una apariencia externa más o menos católicas. Es decir, el disenso tiende por sí mismo a convertirse en disenso universal.

Y, como ejemplo de lo que quiero decir, voy a contar la última barrabasada de la Hermana Quinn. Quizás los lectores recuerden que ya hablamos de ella en otra ocasión. Sor Donna Quinn es una religiosa perteneciente a una congregación de los Estados Unidos, las Dominicas de Sinsinawa. Hace un par de meses, se hizo pública la noticia de que la hermana llevaba años “escoltando” a las mujeres que iban a abortar, para que ningún voluntario provida se acercase a ellas a darles un folleto o a decirles que rezaban por ellas. Esto se unía a constantes declaraciones abiertamente contrarias a la doctrina de la Iglesia en multitud de campos.

Poco después de que se hiciesen públicas las actividades de Sor Donna Quinn en clínicas abortistas de su ciudad, su superiora inmediata defendió su actuación en una entrevista. Sin embargo, ante la presión de la opinión pública, los superiores de su superiora terminaron por tomar cartas en el asunto, de manera que se ordenó públicamente a la Hermana Quinn que dejase de colaborar con clínicas abortistas.

Es decir, sus superiores, supongo que por desconocimiento de la Ley del Disenso Universal, quisieron que la Hermana se mantuviese en un disenso “de perfil bajo”, prohibiéndole únicamente actos tan aberrantes como la colaboración en clínicas abortistas. Como sabemos, sin embargo, la ignorancia de la ley (del disenso universal) no exime de su cumplimiento y Sor Donna Quinn, en lugar de mantener un perfil bajo se ha deslizado enseguida hacia barbaridades cada vez mayores.

Estos días se está discutiendo en los Estados Unidos la creación de un sistema de sanidad pública. Uno de los grandes temas morales relacionados con el futuro sistema sanitario es la cuestión de si este sistema público financiará o no abortos provocados. El pasado día ocho de diciembre, se votó una enmienda a la ley que intentaba prohibir que los fondos públicos se usasen para realizar abortos. Como es lógico, todos los obispos católicos animaron a los Senadores a votar contra el uso de dinero público para los abortos. Pues bien, la hermana Quinn ha realizado unas declaraciones en un periódico norteamericano a favor del uso de dinero público para realizar abortos, en oposición frontal a la postura de los obispos y de la moral católica. En estas declaraciones, agradecía su labor a todos aquellos que han influido en los senadores para que protegiesen la relación entre la sanidad pública y el aborto y les animaba a continuar trabajando en esa misma línea.

No es eso lo peor. En su particular escalada hacia el disenso universal, la Hermana ha llegado rápidamente a despropósitos aún mayores. Ha declarado que le parecía muy significativa la fecha en la que se votó la enmienda, el ocho de diciembre, fiesta de la Inmaculada Concepción de Nuestra Señora. Por lo visto, esta festividad le recordaba unas conversaciones que tuvo con protestantes unitaristas, en las que se señaló que la Virgen María “fue una de las primeras mujeres en el Nuevo Testamento en expresar su elección”. Es decir, la Virgen fue una de las primeras “favorables a la elección” o “pro-choice”, que es la denominación que se da en inglés a las partidarias del aborto.

No contenta con apoyar el aborto, esta hermana dominica equipara la decisión de una madre que mata a su hijo no nacido con la aceptación de la voluntad de Dios por parte de la Virgen, concibiendo al Verbo encarnado en su seno. No se me ocurre una palabra que exprese mejor esto que “blasfemia”. De negar la doctrina de la Iglesia se pasa a colaborar con el mal gravísimo del aborto y, de ahí, sólo hay un paso hasta la blasfemia de comparar la barbaridad del aborto con el fiat de la Virgen.

¿Qué harán sus superiores? Aunque no leerán este artículo, yo les recomendaría que tuviesen en cuenta la Ley del Disenso Universal y fuesen conscientes de que este tipo de cosas, si no se solucionan, van a más. Las medias tintas no valen de nada. Cuando el problema es grave, como en este caso, es necesario ser muy firmes. Especialmente cuando el riesgo de escándalo es patente.

Para no terminar en una nota triste, quiero señalar que la ley-hipótesis del disenso universal también funciona en dirección contraria. Cuando uno empieza a aceptar la fe y admite alguno de sus puntos, poco a poco eso le lleva a aceptar otros aspectos de la misma y, así, cada vez más rápido, se desliza hasta la verdad plena. Multitud de conversos han hablado del gozo embriagador de ir descubriendo cómo la fe lleva, por sí misma, hacia su propia plenitud, cómo unas doctrinas completan a las demás, las aclaran y las necesitan. Así es como el Espíritu Santo guía hacia la Verdad al hombre que humildemente se deja enseñar por la Iglesia. Ojalá todos nos dejemos guiar así.

No hay comentarios:

Publicar un comentario