viernes, 8 de octubre de 2010

"Todos los días le pedimos a Dios que salgamos rápido"

"Todos los días le pedimos a Dios que salgamos rápido"
El gigantesco despliegue periodístico en la mina, al acercarse la fecha del rescate. Foto AFP

COPIAPO ( El Mercurio /GDA).- Han pasado 63 días desde que quedaron atrapados y, si todo marcha según lo previsto, en la próxima semana podrían volver a la superficie. La cercanía del "día D" ha provocado lógica ansiedad entre los mineros, que lo han manifestado a sus familias y a sus amigos a través de sus cartas.
"Quiero que me saquen del hoyo", escribió Darío Segovia en una de las últimas misivas que envió a su amigo y colega Juan Ramírez. "Falta poco para salir. Al sondaje le faltan 200 metros para estar donde estamos nosotros. Todos los días le pedimos a Dios que salgamos rápido", agrega el escrito.
"Quieren salir pronto, porque están escuchando la máquina. Quieren juntarse con sus familias, es lo primero. Nos dicen que estemos tranquilos, porque tienen mucha fuerza", comenta Wilson Avalos, tío de Renán y de Florencio, sobre los últimos contactos que ha tenido con sus sobrinos.
Tanta ha sido la emoción que alberga el grupo que el minero y guía espiritual José Henríquez ha tenido que redoblar las reuniones de oración, que ahora realizan a las 12 y a las 18, según afirma su hermano Gastón.
Sus prédicas han sido tan efectivas que dos de sus compañeros se convirtieron al credo evangélico. "Aceptaron a Dios y se comprometieron con el Señor. Me ayudan a predicar y en la oración", asegura Henríquez en una de sus cartas.
El psicólogo Alberto Iturra explicó que, en sus ansias por salir de la mina, los atrapados "están con más ganas, porque están sintiendo el olor a sol. Ahora están aburridos, como cuando uno espera mucho tiempo por algo".
Añadió: "Ellos deben querer carretear. Llevan dos meses sin comer un pastel, sin tomarse una cerveza. Esto es muy duro".
"Abrazar a los hijos"
Sobre los planes que tienen para su salida, dice que los mineros han transmitido que lo primero que quieren es "mirar a los ojos a sus parejas, abrazar a sus hijos. Recién ahí van a pensar en lo que sigue".
Actualmente, añadió Iturra, aún no pueden pensar en sus planes a futuro, porque deben concentrarse en los trabajos de rescate. Una vez que lleguen al hospital, se organizarán sesiones de trabajo para analizar el tema. "Les estamos explicando que si falla el plan B, están el plan C y luego el A (...) Psicológicamente, el deseo de todos es conseguir su liberación lo antes posible".
Los 33 trabajadores atrapados serán sometidos a un ayuno de 8 horas antes del inicio del rescate, que permita un vaciamiento gástrico que, a su vez, evite que puedan vomitar en el ascenso.
Jean Romagnoli, especialista en medicina del deporte y encargado de la preparación física de los mineros, explicó que la víspera del rescate será como un proceso preoperatorio. Afirmó, además, que será vital el monitoreo de la postura de cada hombre en la cápsula para detectar si están propensos, por ejemplo, a sufrir un desmayo. En ese caso -precisó-, se intentará estabilizar al minero en la subida y no se descarta que si se encuentra más cerca del fondo de la mina, pueda incluso ser devuelto al fondo para reanudar su proceso de evacuación en otro momento.
El especialista afirmó también que el grupo no será medicado para subir. "Los queremos lúcidos para que suban trabajando con una pauta respiratoria", enfatizó. Una vez que salgan, permanecerán cerca de dos horas en el área de estabilización y observación en la mina antes de reunirse con sus familiares en los campamentos.
En promedio, los hombres han bajado entre cinco y 10 kilos en relación con el peso que tenían antes del derrumbe. La mayor pérdida que experimentaron antes de ser encontrados fue la de masa muscular.

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