lunes, 1 de noviembre de 2010

Compleja relación entre el poder y la Iglesia


Mariano De Vedia

Lunes 1 de noviembre de 2010 | Publicado en edición impresa 

Más allá del respeto por su muerte, amores y desencuentros despierta la figura de Néstor Kirchner en la Iglesia de Santa Cruz. Fuentes eclesiásticas confiaron a LA NACION que mientras la mitad del clero acompaña los críticos pronunciamientos del obispo de Río Gallegos, monseñor Juan Carlos Romanín, que se ha enfrentado reiteradamente con los gobiernos que sucedieron a Kirchner en la provincia, la otra mitad se siente cercana a la política kirchnerista.
La Iglesia en Santa Cruz reúne unos 50 sacerdotes y 30 parroquias, además de otras capillas y unos 30 colegios privados. Muchas obras parroquiales y educativas han sido beneficiadas con programas y subsidios a partir de la relación personal que Kirchner y su círculo íntimo -su hermana Alicia y la presidenta Cristina- han entablado con sacerdotes de la región. Los casos más notorios son los padres Lito Alvarez, párroco de la iglesia Santa Teresita de El Calafate, que asistió a la Presidenta los últimos días; Sergio Soto, que llegó a Río Gallegos en marzo, luego de nueve años en Río Turbio, y Juan Carlos Molina, que conduce una fundación y obras asistenciales en Caleta Olivia. Los tres tuvieron un papel relevante en las exequias.
Monseñor Romanín, por el contrario, se ausentó de la provincia y realizó una visita pastoral a Tierra del Fuego. Ocho días antes de la muerte del ex presidente, el obispo reclamó por escrito al gobernador Daniel Peralta que cumpliera el fallo de la Corte y repusiera en su cargo al ex procurador Eduardo Sosa, removido hace 15 años por el propio Kirchner.
La influencia de Kirchner sobre sacerdotes de la diócesis patagónica, al mismo tiempo que polemizaba con la jerarquía eclesiástica, se extendió más allá de la provincia. En 2005 envió por decreto al padre Daniel Ferrari a la embajada argentina ante la Santa Sede, con rango de consejero diplomático. "Nunca se interrumpieron las ayudas para tareas sociales y de promoción humana ni los subsidios a colegios privados", afirmó a LA NACION el padre Soto, a quien Kirchner le pidió una bendición personal el 2 de abril de 2003, antes de comenzar un acto de campaña en el estadio de River.
El padre Alvarez, de 49 años, transmitió ayer un mensaje terminante a LA NACION, ante la insistencia por saber si el ex presidente había recibido asistencia espiritual en sus últimas horas de vida. "Le pido que no me llame más. Con usted no voy a hablar", dijo secamente, al ser consultado por teléfono. El sacerdote no quiso dar precisiones acerca de las circunstancias en las que le habría impartido el sacramento. El obispo Romanín había informado que Kirchner recibió la unción de los enfermos (conocida como extremaunción), pero sin aportar detalles. "Puede haber ocurrido en alguna complicación de salud anterior", arriesgó un sacerdote. Una práctica que contradice la negativa del entorno presidencial a recibir la unción cuando el cardenal Bergoglio le envió un sacerdote durante la internación de febrero de este año en el sanatorio Los Arco

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