viernes, 24 de agosto de 2012

SAN LUIS REY DE FRANCIA , CONFESOR

*San Luis IX, rey de Francia, 25 de agosto*
 San Luis, hijo de Blanca de Castilla y del rey de Francia nació en 1215. Fué un modelo de principes cristianos. Emprendió con poco éxito, pero mucho valor y heroísmo, dos cruzadas para anular el poder de los turcos. En la segunda contrajo la peste y murió en Túnez, en 1270, dando muestra de una santidad extraordinaria.






Mas vale la sabiduria que la fuerza; y el varón prudente más que el valeroso.
Escuchad, pues, oh reyes, y estad atentos; aprended vosotros, oh jueces de toda la tierra.
Dad oídos vosotros que tenéis el gobierno de los pueblos, y os gloriáis del vasallaje de muchas naciones.
Porque la potestad os la ha dado el Señor; del Altísimo teneis esa fuerza; el cual examinará vuestras obras, y escudriñará los pensamientos.



**************Del testamento espiritual de San Luis a su hijo ******************  

**********************(Acta Sanctorum Augusti 5 [1868]1, 546)***************

  Hijo amadílslmo, lo primero que quiero enseñarte es que ames al Sellor, tu Dios, con todo tu corazón y con das tus fuerzas; sin ello no hay salvación posible.

  Hijo, debes guardarte de todo aquello que sabes que desagrada a Dios, esto es, de todo pecado mortal, de tal manera que has de estar dispuesto a sufrir toda clase de martirios antes que cometer un pecado mortal.

  Además, si el Sellor permite que te aflija alguna tribulación, debes soportarta generosamente y con acción de gracias, pensando que es para tu bien y que es posible que la hayas merecido. Y, si el Sellor te concede prosperidad, debes darte gracias con humildad y vigilar que no sea en detrimento tuyo, por vanagloria o por cualquier otro motivo, porque los dones de Dios no han de ser causa de que le ofendas.

  Asiste, de buena gana y con devoción, al culto divino, mientras estés en el templo, guarda recogida la mirada y no hables sin necesidad, sino ruega devotamente al Sellar con oración vocal o mental.

  Ten piedad para con los pobres, desgraciados y aflijidos, y ayúdalos y consuélalos según tus posibilidades. Da gracias a Dios por todos sus beneficios, y así te harás digno de recibir otros mayores. Para con tus súbditos obra con toda rectitud y justicia, sin desviarte a la derecha ni a la izquierda; ponte siempre más del lado del pobre que del rico, hasta que averigües de qué lado está razón. Pon la mayor diligencia en que todos tus súbditos vivan en paz y con justicia, sobre todo las personas eclesiásticas y religiosas.

  Sé devoto y obediente a nuestra madre, la Iglesia romana, y al sumo pontlfice, nuestro padre espiritual. Esfuérzate en alejar de tu territorio toda clase de pecado, principalmente la blasfemia y la herejía.

  Hijo amadísimo, llegado al final, te doy toda la bendición que un padre amante puede dar a su hijo; que la santlsima Trinidad y todos los santos te guarden de todo mal. Y que el Sellar te dé la gracia de cumplir su voluntad, de tal manera que reciba de ti servicio y honor, y así, después de esta vida, los dos lleguemos a verlo, amarlo y alabarto sin fin. Amén.****************************

En su Tratado sobre la Sabiduría Eterna St. Louis de Montfort explica que la sabiduría es una presuposición de la fe. Sin sabiduría la fe puede existir, pero carece de un fundamento. Nuestra Señora fue la Sede de la Sabiduría y siempre estaba tratando de aumentar su conocimiento, el amor y servicio de Dios. Esta virtud se exige de los reyes, gobernadores y todos los que ejercen alguna forma de poder. Un rey sin sabiduría pierde su pueblo. Cuando él tiene la sabiduría, él salva a su pueblo y es la gloria de su pueblo. Para un hombre sin sabiduría, el poder se convierte en un instrumento de su perdición. Por lo tanto, podemos entender las Escrituras elogio magníficos hechos del rey sabio. Dirige los pueblos y las cosas a su fin último, que es Dios. Este es el sentido último de su reinado.

 Lo que admiramos en San Luis, rey de Francia, es el modelo de un hombre sabio colocado en el trono para gobernar su reino.
 Debemos pedirle que nos dé la preciosa virtud de la sabiduría.*

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