jueves, 25 de diciembre de 2014

VENITE ADOREMUS

¡FELIZ NAVIDAD!        
 
Duccio di Buoninsegna
Natividad (detalle)
1308-1311

Venite Adoremus

¡Alégrate Venite Adoremus!. ¡ Nuestro Salvador ha nacido para nosotros de la Santísima Virgen María en la medianoche en medio del frío penetrante. Venite Adoremus!
Rodeado por el ejército de los ángeles celestiales, la Segunda Persona de la Santísima Trinidad, que se hizo hombre en el seno de Su Santísima Madre virginal e Inmaculada  por el poder de la Tercera Persona de la Santísima Trinidad, Dios el Espíritu Santo, en la Anunciación nueve meses Antes de que nazca para nosotros esta noche. El tan esperado Mesías viene como un niño indefenso, nacido en el anonimato, la pobreza y la humildad. Rayos radiantes, brillantes, brillan de Su Santa Faz, una cara que se vio empañada allá de todo reconocimiento por nuestros pecados como él anduvo en la Vía Dolorosa, el Viernes Santo para redimirnos en la madera de la Santa Cruz y así hacer posible para nosotros la vida eterna en el Cielo en la gloria de la visión beatífica de Dios Padre, Él, el Dios Hijo y Dios Espíritu Santo.
Esos brillantes rayos que resplandecen desde el bebé recién nacido Jesús esta mañana están destinados a resplandecer a nuestras propias almas a medida que crecemos en la gracia que Él nos ha ganado en la madera de la Santa Cruz y que  fluye en nuestros corazones y almas a través de la manos amorosas de Nuestra Señora, la que es la Mediadora de Todas las Gracias.  No hay Santa Misa, en donde Nuestro Señor y Salvador Jesucristo no nazca bajo las especies del pan y el vino cada vez que un verdadero obispo o un verdadero sacerdote pronuncia las terribles palabras de la Consagración, sin esta noche santa. Así como Nuestro Señor obedeció a su Padre Celestial para convertirse en  hombre,  no le obedecen los meros hombres, cuyas almas inmortales han sido conformadas a Su sacerdocio y, pronuncian las palabras de la Consagración con los meros elementos de esta tierra, por que Él Encarnado alimenta a nuestros cuerpos y almas para la vida eterna.
No hay regeneración de las almas en la fuente bautismal o en el Sagrado Tribunal de la Penitencia sin esta noche santa.
No hay esperanza para la humanidad sin esta noche santa.Como el primer Papa, San Pedro, nos enseña, no "salvación en ningún otro. Porque no hay otro nombre bajo el cielo, dado a los hombres, en que podamos ser salvos." (Hechos 4: 12.) Sólo Cristo Rey es Dios. Ningún otro. El catolicismo es la única fundación de orden personal y social. no hay otra.
Nos reunimos en torno a la Virgen, de cuyo Virginal e Inmaculado útero el bebé recién nacido  pasa como la luz a través del cristal de esta mañana, y su Esposo mayor Casto,el  Buen San José, para adorar al Salvador,el Cordero de Dios que quitas los pecados del el mundo, incluyendo los tuyos y, muy especialmente, los míos.
Que los Misterios Gozosos que Seguimos rezando durante esta octava de Navidad nos ayuden a estar siempre agradecido por el gran don, incomparable que la Virgen nos dio a nosotros esta noche, ya que dio a luz a su Divino Hijo para que Él, que extendió sus santos brazos en el pesebre esta noche, podrían estirarse estos en el madero de la cruz para abrazar a todos los hombres y elevarlos al Padre Celestial en Espíritu y en Verdad.
En mi nombre y de mi hija Belén, les deseo a cada uno de ustedes una Navidad  Bienaventurada y feliz. Este saludo se extiende a todos los que accedan a este sitio. No importa las dificultades del momento presente como los falsos funcionarios eclesiásticos que niegan los derechos sagrados del Reino Social de Cristo Rey y  estiman  los símbolos de las religiones falsas que son horrible y repugnante a la vista de Cristo, Él ha confiado al Inmaculado Corazón de Su Santísima Madre algo que un católico creyente debe querer para todos, orar con fervor por todos los que la Santa Providencia de Dios ha puesto en su camino a través de los años, incluyendo aquellos, por supuesto, de los cuales varios eventos nos han distanciado . 
 Que cada uno de nosotros, unidos al Corazón misericordioso del Redentor divino que se formó fuera de nosotros y se une todavía al Inmaculado Corazón de María, nos ayude a orar unos por otros mientras rezamos por el día con que todos los católicos hablen con una sola voz y  a pensar con una sola mente, la de la Iglesia Católica, la que enseña las verdades inmutables de la Inmutable Dios Trino.

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