sábado, 8 de febrero de 2014

¿ PUEDE UN APÓSTATA SER SANTO?

"San" Juan Pablo el Grande ... Apóstata!

Video del Encuentro Interreligioso de Oración en Asís 1986




El clip de video de arriba muestra más de los hechos  del obispo apóstata Karol Wojtyla, más conocido bajo el seudónimo de "El Papa Juan Pablo II".A  este hombre el usurpador actual en Roma,  Francisco, va a "canonizar" como un "santo católico" el 27 de abril de este año.
 
La reunión de oración por la paz  interreligiosa del 1986 en Asís fue uno de los actos más escandalosos de blasfemia jamás cometidas por el Vaticano II en un lugar santo católico! Un libro entero se podría escribir sobre el evento y la forma diametralmente opuesta a la doctrina católica tradicional, pero en esta entrada del blog  sólo se pueden señalar algunos puntos selectos.
 
La reunión del 86 de Asís fue la primera de su tipo, pero no la última. Se desencadenó toda una serie de este tipo de eventos posteriores, las cuales la de más alto perfil  eran las reuniones del 2002 y 2011, igualmente celebradas en Asís, y presidida por Juan Pablo II y su sucesor, Benedicto XVI, respectivamente.
 
Más información sobre las reuniones de oración de Asís '':

En su encíclica inaugural en 1979, el entonces recién elegido Juan Pablo II tuvo la osadía de enseñar:
Lo que acabamos de decir [sobre el ecumenismo con los herejes] debe aplicarse también - aunque en otra forma y con las diferencias debidas a la actividad - que tiende al acercamiento con los representantes de las religiones no cristianas, que se expresa a través del diálogo, contactos, la oración en común, la investigación de los tesoros de la espiritualidad humana, en la que, como bien sabemos, los miembros de estas religiones son también
 
 Juan Pablo II, Encíclica Redemptor Hominis ., n 6, el subrayado es nuestro.)

Por lo tanto, no sólo lo hizo Juan Pablo II communicatio in sacris orden (la oración compartida) con los no católicos que profesan ser seguidores de Cristo, incluso ordenó que con los no cristianos, es decir, Judios, musulmanes, zoroastrianos, hindúes, sijs, budistas, sintoístas, etc - paganos, idólatras!
Estas enseñanzas sincretistas malvadas que sólo eran más que dispuestas a aplicarse esto a sí mismo: Después de volver de un viaje a África, él admitió cándidamente en un miércoles de Audiencia pública: "Particularmente sorprendente fue la reunión de oración en el santuario de Nuestra Señora de la Misericordia en  Lago Togo, donde también a orado por primera vez con animistas "(Juan Pablo II, Audiencia general, 21 de agosto 1985 , n. 8).
 
Este hombre no era católico, y mucho menos un santo! Los católicos saben que deben convertir a los paganos y predicar el Evangelio (cf. Mc 16,16), no validar su idólatra  orando con ellos! Y, sin embargo, la institución que dice ser la Iglesia católica va a "canonizar" a Juan Pablo II y proclamarlo un gran santo, el 27 de abril de 2014.Las Canonizaciones son actos dotados de infalibilidad, de acuerdo con la doctrina católica (ver aquí) . La única forma en que es posible que la institución del Vaticano vaya a declarar a Juan Pablo II como un modelo para todos los católicos y que ahora está en el cielo, es si la institución del Vaticano no está protegida por el carisma de la infalibilidad, y la única manera de que esto es posible es si no lo es, de hecho, la Iglesia Católica y su cabeza no es de hecho un verdadero Papa - que es lo que hemos estado diciendo todo el tiempo.
 
Aquí está nuestra cuenta atrás oficial a la "canonización" falsa de Juan Pablo II, lo que prueba definitivamente y no deja lugar a dudas de que la Iglesia Ordo Novus no es la Iglesia Católica del Papa Pío XII y sus predecesores:
 



 


La teología anticatólica modernista que subyace a la apostasía interreligiosa y ecuménica de Juan Pablo II se expone en la serie de 4 volúmenes Viaje teológica del Papa Juan Pablo II a la Reunión de Oración de las religiones en Asís por el (no sedevacantista) Fr. Johannes Dormann.
 
Las siguientes citas de la Sagrada Escritura y de los documentos papales proporcionarán un test de realidad refrescante contra la apostasía sincretista perpetuada por la secta del Novus Ordo  y sus líderes:
Reality Check:
  • "Porque todos los dioses de los gentiles son demonios, pero Jehová hizo los cielos." (Salmo 95:5)
  • "No os volveréis a los ídolos, ni haréis para vosotros dioses de fundición. Yo soy el Señor tu Dios." (Lev 19:04)
  • "Yo destruiré vuestros lugares altos, abatiré vuestras estatuas. echaré vuestros cadáveres sobre los cadáveres de vuestros ídolos, y mi alma os aborrecerá." (Lev 26:30)
  • "No tendrás dioses ajenos delante de mí." (Deuteronomio 05:07)
  •  Derrumbad sus altares, quebrad sus piedras de culto,quema sus ascheras, haced pedazos las estatuas de sus dioses y borrad de aquellos lugares los nombres. Deuteronomio 12, 3
  • "Dios es espíritu, y los que le adoran, le debe adorar en espíritu y en verdad." (Jn 4:24)
  • "No es permitido que los fieles ayuden de cualquier manera o de forma activa  tener un papel en los ritos sagrados [] de los no católicos." ( Canon 1258 § 1 )
  • "El que de cualquier manera ayuda voluntariamente y con conocimiento en la promulgación de la herejía, o que se comunica en las cosas divinas con herejes contra la prescripción del Canon 1258, es sospechoso de herejía". ( Canon 2316 )
  • "Para la construcción de la Ciudad Futuro apelaron a los trabajadores de todas las religiones y todas las sectas  A estos se les pidió una cosa:. Compartir el mismo ideal social, respetar a todos los credos, y  traer consigo un cierto suministro de fuerza moral . ¿Es cierto:.? declararon que "Los líderes del Sillon depositen su fe religiosa por encima de todo ¿Pero pueden negar a otros el derecho de redactar su energía moral, donde puedo?. A cambio, esperan que los demás respeten sus derechos a elaborar su propio energía moral de la fe católica. En consecuencia se pide a todos aquellos que quieran cambiar la sociedad de hoy sea en dirección de la democracia, no se oponen entre sí a causa de las convicciones filosóficas o religiosas que puedan separarlos, pero marchan de la mano, no renunciar a sus convicciones, pero tratando de ofrecer en el terreno de la realidad práctica, la prueba de la excelencia de sus convicciones personales. Tal vez una unión se efectúa por este motivo de emulación entre las almas que sostienen diferentes convicciones religiosas o filosóficas ". ... Aquí tenemos, fundada por los católicos, una asociación interdenominacional que es trabajar por la reforma de la civilización, una empresa que es, sobre todo de carácter religioso, porque no hay verdadera civilización sin civilización moral, y no hay verdad civilización moral sin la verdadera religión:. es una verdad probada, un hecho histórico "(el Papa San Pío X, Carta Apostólica Notre Charge Apostolique )
  •  
  • "Pero aún más extraño, alarmante y entristeciendo al mismo tiempo, son la audacia y la frivolidad de los hombres que se llaman a sí mismos católicos y el sueño de la sociedad re-configuración en esas condiciones, y de establecer en la tierra, más allá de los límites de la Iglesia Católica , 'el reino del amor y de la justicia "con los trabajadores procedentes de todas partes, de todas las religiones y de ninguna religión, con o sin creencias, siempre que renuncien a lo que podría dividirlos - sus convicciones religiosas y filosóficas, y siempre y cuando compartir lo que los une - un "generoso idealismo y fuerzas morales dibujada de donde puede. ' ¿ Cuando consideramos las fuerzas, conocimientos y virtudes sobrenaturales que son necesarias para establecer la ciudad cristiana, y los sufrimientos de millones de mártires, y la luz dada por los Padres y Doctores de la Iglesia, y el auto-sacrificio de todos los héroes de la caridad, y una poderosa jerarquía ordenada en el cielo, y las corrientes de la Gracia Divina - la totalidad de haber sido construido, unidos, e impregnada por la vida y el espíritu de Jesucristo, la Sabiduría de Dios, el Verbo hecho hombre - -.? ¿cuando pensamos?, digo, todo esto, es aterrador de contemplar nuevos apóstoles ansiosamente tratando de hacer algo mejor por un intercambio común del idealismo vago y virtudes cívicas ¿Qué van a producir lo que vendrá de esta colaboración? Una mera construcción verbal y quimérica en la que veremos, brillando en un revoltijo, y en la confusión seductora, las palabras Libertad, Justicia, Fraternidad, Amor, Igualdad, y la exaltación humana, todo lo que descansa sobre una dignidad humana mal entendida. " (El Papa San Pío X, Carta Apostólica Notre Charge Apostolique )

  • "Porque ya que tienen por cierto los hombres  necesidad del mantenimiento de todo sentido religioso son muy rara vez que se encuentran, que parecen haber fundado en la creencia de que la esperanza de que las naciones, aunque difieren entre sí en ciertos asuntos religiosos, la voluntad sin mucha dificultad a llegado a un acuerdo como hermanos en profesar ciertas doctrinas, que forman como si fuera una base común de la vida espiritual. Razón por la cual las convenciones, reuniones y direcciones están frecuentemente organizadas por estas personas, en el que un gran número de oyentes están presentes, y en que todos, sin distinción son invitados a participar en la discusión, ambos infieles de todo tipo, y los cristianos, incluso los que por desgracia se han alejado de Cristo o que con obstinación y pertinacia niegan su naturaleza y misión divina. Ciertamente estos intentos de ningún modo pueden ser aprobados por los católicos, fundada como están en la falsa opinión de que considera que todas las religiones sean más o menos buenas y dignas de alabanza, ya que todos ellos se manifiestan de diferentes maneras y significa ese sentido, que es innato en todos nosotros, y por lo que nos lleva a Dios y al reconocimiento obediente de Su gobierno. No sólo son los que sustentan esta opinión, el error y el engañado, sino también en la distorsión de la idea de la verdadera religión la rechazan, y poco a poco a su vez a un lado para el naturalismo y ateísmo, como se le llama , de donde se deduce claramente que aquel que apoya a los que sostienen estas teorías y tratan de llevarlas a cabo, está abandonando por completo la religión revelada por Dios. " (El Papa Pío XI, encíclica Mortalium Animos , n. 2)
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  • "Confiar en Dios y confiando en Su ayuda siempre presente, [San Benito] se fue al sur y llegó a un fuerte llamado Cassino 'situado en la ladera de una montaña muy alta ...; en esta se encontraba un antiguo templo donde Apolo era adorado por la gente necias del campo, de acuerdo a la costumbre de los antiguos paganos. Alrededor de ella igualmente crecieron arboledas, en la que incluso hasta ese momento la multitud enojada de infieles utiliza para ofrecer sus sacrificios idolátricos. El hombre de Dios que viene a ese lugar  rompió el ídolo, derrocó al altar, se encendieron las arboledas, y del templo de Apolo hizo una capilla de San Martín donde el altar profano había estado él construyó una capilla de San Juan,. y por la predicación continua convirtió a muchos de la gente alrededor de la misma ». " (Pío XII, Encíclica Fulgens Radiatur , n. 11)

¿Por qué Juan Pablo II no puede ser un Santo:

miércoles, 5 de febrero de 2014

MARÍA MAGDALENA parte 1



Síntesis Tomada del libro (de la gran Santa) María Magdalena
 por Raymond Leopold Bruckberger


La civilización recoge su cosecha de muchos sembradíos: distintos encuentros y muchos debates; se trata de una cosecha de conversaciones diversas que se han mantenido durante el tiempo y el espacio. Aquellos elegidos para mantener vivo el debate y la conversación alumbran las líneas principales de la civilización.
No sabemos qué le hubiera dicho Cristo a Platón: San Agustín apareció sobre el escenario y escribió los diálogos entre Cristo y Platón. No sabíamos qué le habría dicho Cristo a Aristóteles: para saberlo tuvimos que esperar un poco más, pues en este caso tal vez el diálogo resultara un tanto más difícil. Pero en el siglo trece Tomás de Aquino compuso con todo rigor ese diálogo. Aún no sabemos que le habría dicho Cristo a Confucio, pues aún no ha habido un filósofo de tanta envergadura que fuera cristiano y chino a la vez.
Pero no tuvimos que esperar nada para saber qué le habría dicho Cristo a Friné. Él mismo, durante los tres años de su vida pública, se encontró con Friné. Cristo convirtió a Friné e hizo de ella una cristiana, y una de las santas más grandes de la Cristiandad.
Una biografía de Santa María Magdalena suscita numerosos y serios problemas en los variados planos de la historia, de la exégesis, de la psicología y de la teología por lo tanto esta es una primera parte sintetizada del libro el cual lo veremos en varias partes.


parte 1
Durante casi cuatro siglos desde la muerte de Alejandro, la cultura griega no había cesado de ganarse amigos a lo largo del Mediterráneo Oriental. En todas partes se hablaba en griego: en las clases altas, en las escuelas y en los círculos intelectuales, en los gimnasios y en los talleres de artistas; e incluso en el comercio. El dominio romano no había debilitado la influencia helénica sino que más bien la había extendido.
En el mundo judío, a pesar de ser tan nacionalista, esta influencia había calado hondo. En tiempos de Antíoco Epifanio, con la complicidad de los sumos sacerdotes, había llegado demasiado lejos a punto tal que se había convertido en una amenaza para la pureza del culto al Dios Único. En Judea, la reacción de los Macabeos había causado la retirada del helenismo, por lo menos por un tiempo.
Pero más allá de eso, el helenismo no había sido derrotado y se mostraba triunfante por doquier. Los judíos no eran sólo nacionalistas; también eran mercaderes y en algunos casos amigos de las letras y de las artes. A lo largo del Imperio se habían asentado colonias judías y a su debido tiempo sus sinagogas servirían de postas para la propagación del cristianismo. En estas colonias se hablaba griego y hacía mucho ya, que—con el patrocinio de los grandes Ptolemitas—los judíos de Egipto habían traducido la Biblia al griego.
Estas colonias mantenían estrechos vínculos familiares, de religión y de comercio con Palestina. Cuando acudían en peregrinación a Jerusalén para las Pascuas, estos judíos de la diáspora, siendo los más ricos y los más cultivados, naturalmente eran los más honrados y festejados entre la gente de la sociedad. Mantenían excelentes relaciones con los procónsules y los oficiales romanos, además de ciertas notables familias saduceas, ganadas, quieras que no, si no por las nuevas ideas, al menos por la cultura griega. Estas grandes familias hacían las veces de puente. Muy ricas y poderosas, amigas de Roma, estas familias se hallaban representadas por algunos de sus miembros entre los Sumos Sacerdotes y el Sanedrín, y dentro de la nación judía hacían las veces de lo que hoy daríamos en llamar "colaboracionistas". Aquí, por intransigente que fuera su nacionalismo, el celo por la fe de Israel se hallaba un tanto debilitada. Con todo, conservaban la mejor de las relaciones con todo el mundo, prestaban servicios indiscriminadamente, se mezclaban con la más alta sociedad en todos los bandos y se mostraban sumamente hospitalarios con los parientes y familiares venidos de Roma o de Alejandría, tanto en sus lujosas casas de campo como en la propia Jerusalén.
En estos círculos, sin apostatar formalmente de su fe en el Dios de Abrahán, en verdad se tenía una percepción de Israel como una cosa de poca monta frente al poder de Roma; y su literatura profética parecía muy pobre cuando se la comparaba con las obras maestras de los griegos. La mentalidad local parecía terriblemente "provinciana" y regionalista en medio de la burbujeante actividad que centelleaba a lo largo de todas las costas del Mediterráneo, allí donde los Misterios Orientales se incorporaban a la filosofía griega para conformar uno de los esnobismos más notables de toda la historia de la cultura. Comparada con esta influencia, la difusión de la lengua y cultura francesas a lo largo y ancho de Europa durante el siglo dieciocho no sería más que un modesto pastizal ardiendo al lado de un bosque en llamas.
En tales circunstancias, si eras una joven rica, hermosa y dotada en las artes y la danza, inteligente y receptiva, ¿cómo no ibas a ser "griega" por entonces?
De hecho, la de María Magdalena era una de esas notables familias saduceas que contaba con una casa de campo sobre las costas del lago de Genesareth en Galilea, además de una residencia a las puertas de Jerusalén. Su hermana, Marta, tenía un nombre sirio. Se trataba de una familia afortunada y poderosa que seguía las modas y gustos de su tiempo. La joven María había sido criada según el estilo griego; era "griega" hasta la médula. A los trece o catorce años de edad, habiendo alcanzado ya una radiante belleza y encontrándose plenamente desarrollada (como sucede con las mujeres jóvenes de aquellas regiones), esta niña pícara y sensual, vivía rodeada de músicos y pretenciosos y perfumados jóvenes, y contaba con un maestro de baile que habría venido de Éfeso o de Eleusis. Cuando se cansaba de practicar sus pasos, le hacía leer en voz alta el discurso de Diótima de El Banquete de Platón, aquel discurso en que postula el amor libre como el mejor camino para adquirir la sabiduría, o se hacía contar acerca de las andanzas de Friné la cortesana. Cuando arribaba un primo joven y guapo procedente de Alejandría, venido a Jerusalén para las Pascuas, ella le hacía contarle la muy reciente historia de Cleopatra—la maga, la encantadora de serpientes, la Reina de Egipto, y, su belleza mediante, la querida de los dueños del mundo. De noche, esta joven, segura ya de su espléndido cuerpo, revolviéndose en su cama, cerrando los puños se decía en su corazón: "Seré como la reina Cleopatra, seré como Friné la cortesana". De la cual hablaremos más adelante, solo diremos brevemente de ella que: 
Friné Debe de haber sido exactamente contemporánea de Alejandro Magno; puede que incluso haya conocido a Aspasia, la famosa cortesana amiga de Pericles. Aún muy joven, había servido de modelo para Praxíteles.
 (Friné era la modelo de los escultores para representar a la diosa del amor, fertilidad y belleza femenina se considera que la escultura llamada la Venus de Cnido es una representación de Friné) .
 Se trataba de una mujer libre que aspiraba a ocupar su lugar en el mismo estamento que los héroes, los filósofos, los artistas y los poetas. Se trataba de una cortesana.
Por entonces Platón estaba en la cúspide de su fama. Que Friné no hubiese conocido a Platón habría sido sorprendente. Y si no era ella misma, ciertamente se trataba de alguien como ella la que él introdujo en su Banquete, una mujer ante la cual el mismísimo Sócrates prefería quedar en el trasfondo, y a la que Platón le dio la tarea de exponer las más altas enseñanzas referidas al amor, a la belleza y a los medios de adquirir la contemplación. Así, el más famoso entre los sabios griegos pagaba tributo a la sabiduría superior de una mujer cuya notable belleza y experiencia de amor servía para todos como testimonio irrefutable de su amistad con los dioses.
Sin embargo, no entenderíamos nada acerca del paganismo griego si quisiéramos representárnoslo como una inmensa puesta en escena al aire libre de las "Folies Bergères", o como el lanzamiento en una plaza pública de un monstruoso show burlesco. Allí donde para nosotros la belleza corporal antes que nada se halla enteramente saturada con connotaciones sexuales, los griegos le asignaban el carácter de una revelación religiosa. Y esta es la razón por la que nos resulta tan difícil comprender el significado de aquel espectáculo ocurrido en Eleusis durante las festividades en honor del dios Poseidón. En la presencia del pueblo todo, en un transporte de entusiasmo, Friné se quitó la ropa, se deshizo el pelo y dio unos pasos enteramente desnuda, sus manos extendidas hacia el mar. Desde luego, en esto no había la menor indecencia. Friné desempeñaba su rol como profetiza del dios del mar. La revelación de su belleza le traía al pueblo todo la comunión con la deidad.
Quizá este incidente en la vida de Friné constituye el mejor para hacernos entender qué cosa era el paganismo, el paganismo griego en particular. El paganismo griego estaba transido de esta profunda nostalgia por el Primer Paraíso, por su inocencia, por la entera libertad que suponía. Entre los espíritus más grandes—y Friné era uno de estos—se trataba de un gigantesco esfuerzo por redescubrirlo, franquear nuevamente el umbral prohibido ante el cual está de guardia un ángel de espada flamígera. Por supuesto que ella no lo sabía, pero con la fuerza de todo su ser y su asombrosa belleza, Friné quería convertirse en Eva antes de la Caída. La tierra toda, y el mar, y el cielo ático no eran para ella sino el paraíso terrenal, el Primer Jardín de la Inocencia.
Los hombres se aferran al sueño del paraíso perdido. Ni bien nos dormimos, esto es lo que despierta en nuestros corazones. Pone en movimiento todos nuestros deseos corporales. Se trata del sueño infantil de la raza humana; ni bien se siente demasiado desgraciada, la humanidad vuelve una y otra vez sobre este mismo sueño, hasta el hartazgo, generación tras generación.
Pero, después de todo, no es sino un sueño, peligroso como todos los sueños cuando los confundimos con la realidad. Entre el día de Eva y nosotros ha ocurrido un acontecimiento siniestro que ha restringido la libertad humana—aquel acontecimiento que nuestros catecismos llaman la Caída Original, el primer pecado por el que hemos sido anoticiados con el melancólico conocimiento del bien y del mal que condujo a Eva, inmediatamente después de la desobediencia, a esconderse para no sentir el ojo de Dios sobre ella, "porque estaba desnuda" como lo quiere el Génesis.
Y con todo, Friné era hija, ella también, de Eva, y no se escondió… El gesto de Friné resultó posible sólo en virtud de su ignorancia y debido quizás a una cierta desesperación, algo así como la de un hombre quebrado que no quiere creer en su quiebra y que aún sueña mientras duerme que es rico y poderoso y que realiza gestos magníficos. Friné era la Eva de este jardín de ensueños y Platón su jardinero. 
El Evangelio nos dice que María Magdalena estaba poseída por siete demonios. Y aquí es donde empieza la gran aventura. Este pequeño y soberbio animal habría de comenzar con su zarabanda, y siete ángeles de las tinieblas le insuflarían sus genios: genios de lujuria y de jactancia, genios de melancolía y de crueldad, genios de curiosidad, glotonería y falsedad. Sólo la gente que ha vivido en un país cristiano puede desconocer qué cosa es habitar una tierra abandonada al demonio. No que no haya demonios entre nosotros; sino que normalmente se esconden en lo profundo de la tierra y no se apartan de sus escondrijos sin considerar primero los reglamentos de la policía y las reglas de los psiquiatras. No se sienten enteramente en casa, y, para que los exorcistas se olviden de ellos, se toman el trabajo de cumplir con la ley del país y las convenciones sociales establecidas. Cuando asesinan, corrompen a una niña, o ensucian el alma de un joven, lo más frecuente es que los diarios no se ocupen del tema, o si no hablan de accidentes en la carretera, trata de blancas, o el problema del narcotráfico.  Pero el diablo mismo nunca es agarrado con las manos en la masa.
 *Una joven de Oriente, tal como lo era María
Magdalena, lo bastante bella como para conmover a las esferas y sabiéndolo, una niña que vivía de día y de noche en complicidad con los siete demonios que incendiaron su sangre—una niña así sería capaz de montar una producción teatral, escénica y acrobática, unos efectos especiales, que avergonzarían a todos los directores de películas de Hollywood por junto. En efecto, el propio Evangelio nos suministra un buen ejemplo de esto en el caso de otra hija de una gran familia, llamada a ser leal compañera de María Magdalena—Salomé, la hija de Herodías. Ella lo sabía todo acerca del horror, esa joven, y todo sobre la lujuria y la crueldad.Ella también seguramente albergaba siete demonios en su cuerpo, demonios de un calibre no menor a los de María Magdalena. El maestro de baile que le leía Platón y que le contó la historia de Friné la cortesana; un apuesto primo contándole las hazañas de Cleopatra; el ejemplo de Esther, la hija de su raza, que ingresó al harén de un rey pagano y que allí ascendió en eminencia; los atractivos de la corte de Herodes; la influencia de Herodías y la amistad de Salomé—habitualmente no hace falta tanto para corromper a una joven.
Y luego, los siete demonios… no olvidemos los siete demonios. Ahora les tocaría el turno a ellos. 

María Magdalena abandonó la corte de Herodes porque ya no le resultaba posible seguir allí. Había contraído una peste horrible, de esas que vienen acompañadas con el flagelo del cuerpo y que horroriza a los demás, tanto como a quien la padece: la lepra por ejemplo, tan común por aquellos días, una de esas enfermedades que bien puede describirse como inexorable. Herodes y todos sus allegados se mostraron muy contrariados por su desgracia, pues ella había sido una amiga muy alegre y uno de los ornamentos más hermosos de la corte. Pero al final, continuaron con sus gozos y fue olvidada.
Ahora, ella ¿cómo podía olvidar? Estaba de vuelta en su casa en Magdala, abandonada de todos, sola con los siete demonios que inspiraban su alma con la más violenta desesperación y a la noche en sueños se veía atormentada por la espantosa imagen de una cabeza sangrienta. Entonces se quería morir y matarse, como lo había hecho Cleopatra y como la dialéctica de Satán suele sugerirle a las grandes almas. ¿Acaso no se había terminado todo para ella con su ése su cuerpo que muy pronto se pudriría? Allí estaba, atormentada, al cabo de sus fuerzas, flagelada por la angustia y presa de la desesperación. Tanto en su carne como en su corazón experimentaba la vanidad del sueño platónico, la imposibilidad de convertirse otra vez en Eva en el primer jardín, la cruel y llameante prohibición claramente inscripta en el umbral del Paraíso perdido, conciente de la horrible mentira implícita en la promesa antigua: "Seréis como dioses, conociendo el bien y el mal". En verdad, había conocido el mal… ¿pero, el bien? ¿Por ventura existiría para ella en algún lugar, en cualquier lugar, el solaz, un bien hacia el cual todavía podría extender su mano? Pues ella había deseado cruzar como fuera el umbral prohibido y extender su mano para tomar el fruto prohibido, cuando resultó atravesada por una espada flamígera.
¿Qué le pasaba? Todo lo que el profeta asesinado le había dicho a esta mujer, hasta entonces tan frívola, y que ella creyó que ni siquiera había escuchado, volvía a su memoria. Había despertado de su sueño, y eso era exactamente lo que él había querido. Se había descubierto como en verdad era y había comprendido que su alma estaba incluso más enferma que su cuerpo. Recordaba los temibles vaticinios del Bautista: "Ya el hacha está a la raíz de los árboles; y todo árbol que no produce buen fruto será cortado y arrojado al fuego". El fruto de su vida era malo. Y de aquí que se hallaba cortada de los vivientes y arrojada al fuego del castigo. Afortunadamente también recordaba que el profeta no se había limitado a estas amenazas, pues también había hablado de Aquel que vendría, que ya estaba entre ellos, en algún lugar, cuyas sandalias ningún hombre merecía desatar y del cual, él, Juan, no era sino un precursor. Es más, había hablado misteriosamente sobre Él como el Cordero que quita los pecados del mundo. ¡Oh! Si pudiera encontrar a este Otro, se dirigiría a Él, se arrojaría a sus pies y, puesto que ya no podía pedirle perdón a Juan, sería a este Otro a quién le suplicaría que la perdone.
La esperanza le salió al encuentro. Una de sus amigas de la corte de Herodes no la había olvidado. Se trataba de Juana, la mujer de Cuzá, el intendente de Herodes. Cuando se enteró de que María Magdalena estaba enferma y abandonada de todos, fue a verla y le habló sobre Jesús. Cuando volvió a verlo, le pidió que curase a su amiga y que la librara de sus siete demonios.
Así hubo un momento, a determinada hora del día, en que María Magdalena fue librada del maligno. Sus demonios la dejaron para siempre. E inmediatamente recuperó la salud. Se miró en el espejo y vio un cuerpo sano, un nuevo rostro, ojos purificados. Desde entonces vio claro. Vio hasta qué punto se había engañado. Se supo pecadora, lo reconoció, y al mismo tiempo supo que había sido perdonada. Toda su vida—tan arrogante que había sido hasta entonces, aparentemente tan libre hasta ese bendito momento—se le aparecía ahora como una horrible esclavitud y también supo que desde ahora en más quedaba libre. Su soledad quedaba hecha añicos. Supo que no era una huérfana, puesto que era hija de Dios. El mundo entero se le aparecía como fraternal. Sería reconciliada. Inmediatamente olvidó el Paraíso perdido, puesto que en su corazón comenzaba a irradiar el amanecer de otro Paraíso, más hermoso y más radiante. Había hallado la sabiduría, la senda de la verdadera belleza, en el que no hay sombra ninguna y sobre la cual el sol no se pone jamás.

Un fariseo llamado Simón invitó a Cristo a comer a su casa. El encuentro de Cristo y Friné la cortesana habría de tener lugar en un banquete del cual el Simposio de Platón no sería más que una imagen profética. Cristo aceptó la invitación y, según la costumbre de los antiguos, tomó su lugar a la mesa reclinándose sobre un lecho o colchoneta. Aún hoy en día, en Oriente, los que comparten una comida se sientan o reclinan sobre almohadones o alfombras, y la costumbres exigen que uno se quite el calzado antes de tomar su lugar. Eso no es tan difícil, considerando que casi todo el mundo usa sandalias.
Así, los que iban a compartir el pan se hallaban descalzos y posiblemente no hubiese mesa: la bandeja se colocaba en el medio y cada cual se servía con las manos. Ni hay por qué creernos mejor criados porque esta gente carecía de platos y cubiertos. La etiqueta de esta gente antigua, especialmente la asociada a la hospitalidad, era infinitamente más refinada que la nuestra. Tenían una sensibilidad por lo ritual que hemos perdido. Su código de costumbres era tan meticuloso como sutil, repleto de convenciones, y por lo mismo, resultaba ser sumamente expresivo de la vida y el sentido que tiene.
Ni bien se enteró de que Jesús estaba en esa casa, María Magdalena se hizo de un jarro de perfume y acudió presurosa. Aquellos jarros de perfumes eran pequeñas obras de arte de escultura y pintura. Se hallaban de tal modo sellados que resultaba necesario quebrarlos a la altura del cuello para poder verter su contenido.  El jarro que trajo María Magdalena era especialmente hermoso, de alabastro, reservado para un perfume de gran precio, uno de esos perfumes de Oriente que penetra hasta la misma sangre. Quizás se trataba de uno de esos perfumes destinados al culto de Dios y cuyo derrame estaba prohibido si se trataba de una creatura.
Y aquí venía ella, magníficamente vestida, como si fuera al encuentro de un rey, adornada con la belleza que irradia una mujer joven, sus ojos aun más agrandados como consecuencia de la enfermedad y la ansiedad que la aquejaban, llevando en sus agraciadas manos la frágil y preciada ánfora. Cualquier mujer bella y segura de sí vacila por un instante en el umbral de una habitación repleta de hombres, un poco deslumbrada por la sombra, después de la enceguecedora luz de la calle. Por fin, reconoció a su Señor sin jamás haber puesto los ojos sobre Él antes, su benefactor y maestro, que ocupaba el lugar de honor. Todavía no se adelantó, sintiendo sobre sí las miradas de todos los presentes concentradas sobre su persona—el asombro en esas miradas, mezcla de admiración por su belleza y reprobación por su presencia. Entonces, sin temor alguno, avanzó hacia el costado y con solemne humildad, se adelantó y se arrodilló ante los pies de Cristo.
Postrada a los pies del Señor, los besó. De repente se puso a sollozar. Rompió el vaso y derramó el perfume sobre los pies de Cristo y sus lágrimas se mezclaron con la unción. Luego, desatando su cabello, lo dejó caer y con las mechas enjugó los pies de su Señor. A su modo, y con un estilo incomparable, sin una palabra, acababa de retomar el testimonio de Juan allí mismo donde él lo había dejado: "He aquí el Cordero de Dios que quita los pecados del mundo." Del mismo modo que Friné en Eleusis, que en sueños había dado testimonio de la divinidad. Y así rindió un homenaje digna de ella: el más público, el más suntuoso, el más callado y el más elocuente de los testimonios posible.
Un homenaje que para un fariseo no podía ser más escandaloso. El dueño de casa contempló la escena diciéndose: "Si este tipo fuera un profeta, sabría perfectamente quien es esta mujer que lo toca, y que es una pecadora."
Lo cierto es que esta mujer, con su sola presencial y actitud, suscitaba un interrogante. Una cuestión que el fariseo no podía resolver. Ni siquiera la podía entender.
El fariseo prefirió creer que Jesús no sabía quien era esta mujer.
Obviamente, Cristo sabía perfectamente lo que pasaba por la cabeza del fariseo. Tampoco hacía falta ser profeta para adivinarlo. Su rostro debe de haberlo traicionado; seguramente era el rostro de uno que sabe que debería golpearse la cabeza contra una pared. Y como era su costumbre, Cristo armó un escándalo mayor todavía. En sustancia, lo que dijo fue: "Conozco perfectamente a esta mujer como la pecadora que es y que el contacto con ella puede manchar a otros hombres. Sé muy bien que hasta ahora se ha pasado la vida atrayendo a los hombres hacia la impureza. Pero eso carece de importancia para mí. A raíz de este contacto no fui yo el manchado, sino que ella es la que resultó purificada.  Puesto que yo soy la fuente de toda pureza. Y la prueba de esto es que a esta mujer Yo le perdono los pecados…"
"Tú te imaginas, Simón, que no sé quien es esta mujer. Mas eres tú, Simón, quien no sabes quien soy Yo. A diferencia de esta pecadora que ha comprendido quien soy Yo, y que Yo soy el cordero que quita los pecados del mundo. Mírala: entré a tu casa y no has lavado mis pies; pero ella lavó mis pies con sus lágrimas y los secó con su cabello. No me besaste; pero ella, desde el momento que ingresó a esta sala, no ha cesado de besar mis pies. No me ungiste la cabeza con aceite; mas ella ha ungido mis pies con perfume. Por eso, te lo digo, se le han perdonado muchos pecados porque ha amado mucho. Uno que tiene poco que perdonar, ama menos. Y es precisamente sobre el amor, de ahora en más, que todos vosotros seréis juzgados. No sobre la Ley, ni sobre lo que esta mujer llamaba sabiduría, sino sobre el amor, sin el cual la ley y la sabiduría no son más que jactancia y locura."
Y volviéndose hacia esta mujer, le dijo: "Tus pecados te son perdonados." Los que estaban a la mesa comenzaron a decirse unos a otros: "¿De qué se las da este tipo, que se anima incluso a perdonar los pecados?". Mas Él hizo caso omiso a lo que decían y le dijo a la mujer: "Tu fe te ha salvado. Vete en paz."
¡Qué escena maravillosa, quizás una escena única en la historia de la humanidad! ¡Qué trasporte de pasión se vio expresada en todas las acciones de esta mujer! Tenía ojos sólo para Él, oídos sólo para Él, se ocupó de sólo Él y cumplió a su respecto con los ritos de una veneración que posiblemente ninguna otra mujer jamás había hecho incluso en la intimidad más privada. Y Él, ¡con qué sencillez real acepta el sorprendente tributo de este amor!
El genio de María Magdalena se abre paso ardientemente subvirtiendo todo el ceremonial tradicional al improvisar uno para sí, la ceremonia del amor. Aquí lo que tanto nos conmueve. Aquí lo que conmovió al mismo Cristo y que Él destacó para su honra. Esto es lo que la ubica muy por encima de Friné, en la revelación que nos trae de la divinidad haciéndonos entender además que es posible comulgar con la divinidad. Colocándose en el lugar del dueño de casa para cumplir con los deberes de la hospitalidad que se le habían negado al Cristo, anticipa el mensaje de que Dios no ha venido a los hombres por razón de los justos, sino de los pecadores, para que se salven. En rigor Él no se halla entre nosotros salvo cuando se encuentra en medio de pecadores; sólo se lo puede acoger debidamente con lágrimas de arrepentimiento, besando los pies de Aquel que trae la buena nueva, el perfume precioso de nuestra pobre sabiduría. ¿Y qué soberano en el mundo entero contó con una toalla más magnífica que el glorioso cabello de la Magdalena para secar la unción real? Vino a convertir a los pecadores, pero sólo los convertía haciéndose amar. Esto es lo que, sin abrir la boca, nos enseña esta mujer.
Cuando escuchaba a Cristo, se veía arrancada de sí misma y de todo lo que la rodeaba. Nada podía distraerla de su discurso.
*Las vueltas de su viaje y probablemente la ocasión de una fiesta por celebrarse, atrajo a la caravana más cerca de Jerusalén. A las puertas de la ciudad, la familia de María Magdalena contaba con una estancia y una casa grande, y naturalmente Jesús paró allí, en esta casa en la que vivían Marta y Lázaro, la hermana y hermano de María Magdalena. El lugar se llamaba Betania, cerca de Jerusalén, así como Magdala quedaba cerca de Tiberíades. Este lugar y esta familia jugarían un papel importante en la vida de Cristo, la parte de sus amistades.
Cristo estaba en la casa y María estaba sentado a sus pies, oyéndolo hablar. Mientras tanto, Marta se hallaba absorbida por las urgentes tareas de la casa, ocupándose de las numerosas visitas. De repente, Marta se detuvo en sus menesteres, se paró solemnemente y parecía como si el sol fuera a quedarse quieto en los cielos. "Señor," dijo ella, "¿acaso no te importa que mi hermana me haya dejado sola en el servicio? Díle que me ayude." Y Jesús respondió: "Marta, Marta, tú te afanas y te agitas por muchas cosas. Una sola es necesaria. María eligió la buena parte, que no le será quitada." (Lc. X:38-42).
Así como sirve de modelo para penitentes y conversos, la Iglesia ha hecho a María Magdalena la patrona de las almas consagradas a la contemplación. Y con toda razón: siempre había añorado contemplar. En verdad, es precisamente estribando en esta escena en Betania en la que Marta se afana con los menesteres domésticos mientras María permanece sentada a los pies del Señor escuchando sus palabras, que para la Cristiandad cada una de las hermanas se ha convertido en el símbolo de las dos clases de vida, la vida activa y la vida contemplativa. "Marta se esforzó, María estaba de fiesta", dijo San Agustín, subrayando con una frase pintoresca el contraste entre las dos vocaciones.
Continua